Escrito para el periódico digital El Cale
Comunidad 21 le echa un vistazo al rol de los inmigrantes en el desarrollo de los más recientes Juegos Olímpicos albergados por Estados Unidos.
Por: Eddie Rivera Suárez
30 de marzo de 2021
Las olimpiadas de Atlanta ’96… rápido pienso en Ali encendiendo el pebetero, Ivelisse Echevarría llevando la monoestrellada, Daniel Santos a punto de llegar a la final (le robaron la pelea en la semifinal, pero no tienes que compartir mi opinión), Eric Rudolph y su ataque terrorista en el Centennial Olympic Park o los escándalos de corrupción y soborno (eso lo podemos dejar para otro artículo). Ahora bien, ¿sabías que los inmigrantes jugaron un papel protagónico en estas olimpiadas? ¿No? Pues te explico porqué digo esto.
Al momento de ganar la nominación para ser la cede de las olimpiadas, la ciudad de Atlanta necesitaba invertir al menos unos $500 millones para construir 11 instalaciones deportivas y remodelar otras (Rice, 1996). Pero 90 días antes de comenzar los juegos, la ciudad estaba bien atrás en levantar varios de esos espacios, pues estaban cortos de trabajadores. Con todo este revolú encima, pues ya saben a quién la ciudad va a llamar. Tiraron la señal hacia el cielo, como si Batman fuése a resolver la situación, y se tiraron por montones pa'l norte.
Teodoro Maus, quien para esa época fungía como consul mexicano de la ciudad de Atlanta y fue un gran activista, comentó que recibió llamadas de la oficina de Servicios de Inmigración y Naturalización (INS por sus siglas en inglés) dejándole saber que el INS, por el tiempo que duraría los juegos, miraría pa’l lau’ y serían “flexibles” con las políticas de inmigración (Gibbons, 2017). Riega la voz pero no le digas a nadie, le dijeron a Maus… bueno, algo así. Y con esa puerta abierta, llegarían trabajadores inmigrantes (en su mayoría mexicanos/as) a salvar los juegos. Su trabajo fue pieza fundamental para que los altos directivos de la organización calmaran sus ansias y pudieran mostrarle al resto del mundo el glamour de los juegos y todo lo que la ciudad tenía para ofrecer a los más de 2 millones de visitantes. Con todo esto en mente, los “atlanteños” serían recíprocos y recibirían con los brazos abiertos a los del sur… las ganas.
El ex-senador del estado de Georgia, Sam Zamarripa, llegó a decir que tuvo una conversación con el entonces gobernador del estado, Sonny Purdue, y éste le comentó con cierta incomodidad que “las personas han comenzado a ver trabajadores mexicanos en Wal-Mart” (Gibbons, 2017). Nada, solo un pequeño “detalle” que trajo el gobernador sobre el “fastidio” de ver latinos por sus lares para esa época.
Pero no debe sorprender un comentario como este en un estado donde lamentablemente, es uno de los lugares que peor trata a sus inmigrantes. No se les ofrece la oportunidad de sacar una identificación del estado, como la licencia de conducir; los estudiantes inmigrantes universitarios no tienen la oportunidad de aplicar para ayudas económicas y poder costear estudios universitarios; no vela porque se esté cumpliendo con ley de paga del mínimo federal (Georgia es 1 de solo 7 estados que no velan por esto); no provee ayuda para que niños y niñas puedan tener acceso a un plan médico. Esta información fue compartida por el ‘Center on Budget and Policy Priorities’ con un informe titulado ‘Inclusive Approach to Immigrants Who Are Undocumented Can Help Families and States Prospers’, con fecha del 19 de diciembre de 2019 y que tiene como autores a Erica Williams, Eric Figueroa y Weslye Tharpe. De querer leer más sobre el tema, en especial cómo esto afecta la comunidad, les recomiendo que lean ese informe.
Este escrito nace luego de ver cómo hace un año arrestaban a un grupo de personas, incluyendo al comediante Jordan Kepler, por protestar para que jóvenes indocumentados tengan acceso a estudiar en las universidades del estado.
¿Qué mejor beneficio puede tener una comunidad, ciudad, estado o país, que tener a su población educada y preparada?La carrera por la construcción de las sedes de los juegos en Atlanta fue un relevo mixto de 4×1,500m, donde los primeros 3 tramos la ciudad reflejó la falta de preparación y veían como poco a poco la meta se alejaba. Al pasarle el batón en el último tramo a los inmigrantes, estos pudieron acortar la ventaja y llegar a la meta con los brazos en alto. Pero al final, les arrebataron el oro a los inmigrantes en Atlanta ’96.